Lecciones de sur a norte para el día Panafricano de la MujerEntre los relatos trágicos y las fotografías anónimas, hoy es un buen día para descolonizar las mentes nacidas y criadas en blanquitud y mirar, más y mejor, a las hermanas africanas.
Lecciones de sur a norte para el día Panafricano de la Mujer
“A las mujeres africanas siempre se las representa igual: con tres niños, uno en el vientre, uno colgado a la espalda y otro agarrado de la mano”, me explicaba Remei Sipi a principios de semana, conversando en el barcelonés barrio de Gracia. Esa es toda la complejidad concedida desde nuestras imágenes, nuestras palabras, nuestros discursos, a las mujeres africanas, según esta escritora ecuatoguineana y catalana.
A miles de kilómetros, más de 5000, Habiba Corodhia, desde la ciudad keniana de Kisumu, suscribía, sin conocerla, sus palabras. “A menudo, hay esta mala representación de la mujer africana siendo… —largo silencio, para pensar, para escoger las palabras precisas— … incapaz y necesitada del rescate del hombre blanco”. En el mismo país, pero esta vez en la capital, Nairobi, Kedolwa Waziri teclea con radicalidad sonora cuando le pregunto por whatsapp si los blancos y europeos ven a la mujer africana cómo realmente es. “NO” [punto, espacio] “la visión blanca y europea de la mujer africana está nublada por la blanquitud, una lente a través de la que miran el mundo y que infantiliza a las mujeres africanas como personas desesperadas, indefensas y vulnerables” [punto].
“A menudo, hay esta mala representación de la mujer africana siendo incapaz y necesitada del rescate del hombre blanco”
Hoy es el Día Panafricano de la Mujer, pero este artículo lo escribe una mujer blanca y europea y seguramente lo leerán otras mujeres blancas y europeas. Mujeres que, más allá de estas características, me cuesta imaginar de manera abstracta. No logro elaborar en mi cabeza una lectora estándar, un paisaje o una identidad lo suficientemente superficial y general para caber en un solo cuerpo, una sola imagen.
Sin embargo, se me viene rápido a la mente la “típica” mujer africana. Esa parte es fácil. Con sus típicos vestidos. En su típica casa de barro. Su típica sonrisa y sus típicos ojos tristes. Pero la imagen empieza a perder calidad, como una cinta de vídeo estropeada, en cuanto se cruza con los recuerdos reales. Mary, que vende fruta frente a la oficina, en su propio negocio informal. Juliette, estudiante de sociología que organiza a los vecinos para mejorar el saneamiento del barrio. Apio Moro, cantante ugandesa que ofrece un concierto en un bar, ante un público entregado y ebrio. Sus canciones hablan de desamor en una lengua que no entiendo. Todas mujeres, todas africanas. Mujeres del sur del mundo, del sur del pensamiento.
Periferias 2.5: Voces africanas contra la violencia sexual
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